Es increíble ver como en nuestro medio cultural con costumbres tan arraigadas este endemoniado artilugio llegó para quedarse, ahora es tan folklórico como tomar tereré o escupir desde los balcones… Es pintoresco (no encuentro otra palabra que sea mezcla de “raro” y “gracioso”) ver como los indígenas sentados en la vía pública, tejiendo pulseritas y sombreros caranda’y hasta que de repente suena el celular y como si nada estos lo atienden y se pasan minutos hablando, tal vez con su cacique o el chamán de la tribu…
O ver a las yuyeras haciendo un tipo de delivery de plantas medicinales después de levantar pedidos por SMS (mensajitos), o al mismo chipero que atiende las llamadas a continuación de que el cliente haya marcado el *chipa, y presionado la opción dos para chipa kesú.
Y como dejar de lado esos malditos tonos que van desde las más pegajosas cumbias hasta los más metálicos rockanroles; y así ver que están sentados una dulce viejecita y un hombre vestido de negro con una remera de AC/DC y al ratito suena a todo volumen Highway to Hell y la abuelita saca de su bolso de red un “Moquia N999”, atiende y dice: -Mbaeiko che memby, recibiste pio mi multimedia…? Algo anda mal en este mundo, es como ver la tele y que se te mesclen los canales…
Díganme si no les entran unas ganas de sacar una mágnum y descargar el cargador a quemarropa cuando alguien al lado tuyo en pleno transporte público atiende su móvil y empieza a hablar a gritos hasta el punto de que el último pasajero del colectivo se entera que su tía Gertrudis le metió los cuernos al tío Alberto, pero que había sido éste hacía lo propio con la vendedora de helados de la otra cuadra, de quien se dice luego que tiene por hobbie levantarse maridos ajenos… Ay caballos locos, donde están cuando los necesitamos…
Pero lo más notorio y doloroso es saber que un nene de 5 años maneja todas las funciones del teléfono y que nosotros, modernos homo sapiens apenas podemos mandar un mensaje de texto y que cuando terminamos de escribirlo ya ni siquiera hacía falta enviarlo, porque lo que queríamos decir ya pasó de moda.
Benditas las épocas en que pasábamos papelitos con nuestros nombres y el de alguna niña, dentro de un corazón atravesado con una flecha… Hoy en día los nenes imberbes (mita’i jurú perö) se mandan mensajes al celu y se citan directamente a la salida en el portón de la escuela… O peor en otros lugares.
Me imagino que hubiese sido de mi vida si mi mami hubiera tenido un teléfono celular en mi niñez, cuando yo desaparecía a la mañana, me iba al arroyo y volvía a la tardecita y mi santa madre me recibía con cara de pocos amigos, pero nada más… Si hubiese tenido un celular me habría pedido que le envíe una foto cada 15 minutos vía multimedia del lugar exacto en que yo estaba en ese preciso momento, y sin la excusa de que “no tengo señal o saldo”.
Ok, por ahora los dejo, me acaba de llamar la patrona al móvil y me pidió que compre algo para la cena… Viene a cenar la bruja de mi suegra…!!! Voy a ver donde consigo veneno…
-Que pasa amor…? No mi amor, no me refería a tu mami linda…- Maldito aparatejo, no había cortado la llamada… Mejor voy a comprar unas flores…