No existe hombre más macho que el paraguayo, nunca en la historia del Paraguay un desafío de “Eñemoita pio…?” ha sido rechazado… No por valentía, sino por orgullo… Tal vez por dentro se esté cagando de pánico, pero aquí se impone la ley de “el que recula muere”.
Aquí los hombres llegan a su casa a la hora que quieren y si la patrona les pega se aguantan como machos. Incluso cuando ésta agarra la escoba para usarla como garrote, el arriero poniendo su vida aun en más peligro le dice: reveveta pio…?
Nosotros los paraguayos no vamos al cine a ver vampiros floripones correteándose con hombrecitos lobos u otras cositas románticas típicas de mujeres u hombres de dudosa sexualidad… Lo más romántico que podremos aguantar es un beso entre Rambo y la nena de turno, pero solo si ese beso es robado y se escuchan de fondo tiroteos y lo hacen mientras degüella a cinco chinos mercenarios.
Nuestros hijos desde mita’i ya saben que van a ser machos, porque son educados en un hogar que reboza testosterona: -No vaya llorá che ra’y...los machos no lloran!! -No lloro papá, solo estoy ensayando para cuando mama me rete!
Pero la hombría no nos saca lo poeta… Memorables estrofas surgen desde el fondo de nuestro ser cuando sentimos la necesidad de conquistar a esa mujer que nos quita el sueño: “che kamba yuky... noche sin luna”, y terrible lobisón había sido era…!
Acá no comemos, ensaladitas, yogurcitos y gaseositas light en botellitas de plástico (los machos de antes tomamos coca en botella de vidrio); la dieta de un macho que se precie incluye vorí vorí de gallina casera (casi cruda), albóndigas, pastel mandi’o con licuado de banana para el desayuno, asadito de chura y pirá caldo y para los más avanzados caldo avá o batiburrillo con molho de pimienta.
En Paraguay somos tan machos que hasta los obispos tienen hijos. Somos los vikingos del tercer mundo, no por los cuernos ni por las barbas, sino por lo mbareté…Los espartanos tiemblan con sus espaditas ante el solo “Ejú!!!” de un paraguayo.
Cuando nos enamoramos (generalmente no ocurre, pero de vez en cuando alguno cae ante el embrujo de alguna kuñatai) los arrieros no sentimos maripositas en el estómago, sentimos murciélagos en la panza cervecera… Y nada de regalar florecitas y esas cosas cursis, nuestro primer regalo generalmente es un pack de cerveza bien fría, si lo acepta has encontrado a la mujer indicada…
Por ahora ya no tengo ganas de seguir escribiendo y si a alguno le molesta eso, que me deje el desafío en los comentarios y que vaya reservando un lugarcito en el sanatorio…